30/4/09

Amistad, oh, la amistad...

La amistad… esa prostituta que, hoy en día, ha dejado paso a ese interés egoísta que nos mueve. ¿Dónde ha quedado su vieja definición?.

Puede que esté moviéndome en esa etapa de la vida en la que los círculos sociales se estrechan, y lo hacen tanto que ahogan viejas sensaciones de seguridad en alguien concreto, o no tan concreto, pero lo cierto y verdad es que últimamente me siento solo. Y no me refiero a que mis amigos y conocidos retiren la palabra a este personaje, no, me refiero a que la sensación de poder contar con la gente se ha esfumado, y de una forma estrepitosamente rápida, tanto que ni sé cuándo dejó de ser esa sensación agradable y reconfortante de seguridad.

No hace mucho bastaba con ir a ciertos sitios para encontrar a gente con la que no hacía falta quedar de antemano, te ponías todo lo guapo que el espejo te permitía y a correr. Pero ahora… para encontrar a gente con la que reír y olvidar hay que tirar de agenda hasta el punto de máxima elasticidad, eso sí, sin romperla, que aunque sea un poquitín hay que guardar orgullo para luego.

Sin embargo, cuando tu figura es necesaria, es muy curioso cómo viejos amigos recuerdan cómo marcar tu número en su maravilloso utensilio de realizar llamadas telefónicas de última generación. Es hasta gracioso ver cómo te preguntan cómo estás de forma hipócritamente entusiasta y cómo te van las cosas, para al cabo de treinta segundos (no más que el minuto a otras operadoras es tremendamente caro) cambiar el tono de la conversación para proponerte amablemente prestarle ayuda, pero eso sí, tras haber pintado la situación de forma tal que tienes que decir que sí o convertirte en un delincuente. Ahora, tengan huevos a hacerlo a la inversa, ya verán qué gracioso, cómo vuelve a cambiar el tono de la conversación, acabas pidiendo perdón por solicitar ayuda, incluso suplicando clemencia...

El caso es que a uno, como es normal, se le hinchan las bolsas de los cacahuetes tanto, que tengo miedo que exploten, y eso es algo que no quiero experimentar, créanme. El problema de todo esto, supongo que es la época que me está tocando vivir, en la que necesito ese calor que sólo un amigo es capaz de transmitir, ese apoyo incondicional y sincero que te hace sonreír de forma inconsciente. Un apoyo quizá, dejando fuera al apoyo familiar y de pareja, tan necesario que hace que esté escribiendo todo esto en forma de desahogo emocional irracional.

Siempre he sido la típica persona que da sin esperar nada a cambio, y quiero pensar que sigo siéndolo, pero claro, cuando eres tú el que necesita cualquier insensatez y te ves más solo que el que se perdió en la isla, pues claro, tienes que reflexionar y preguntarte muchas cosas, que es lo que en éste preciso instante estoy haciendo.

Terminaré ya de torturar a su mente, querido lector, no sin antes hacerme una última pregunta; ¿por qué me siento un sucio egoísta?.

3 comentarios:

judas dijo...

¿Cuándo le di yo a usted permiso no sólo para entrar en mi cabeza, sino para escribir lo que allí encontró?

Y digo más, ¿cómo cojones quieres que te llame para desahogarme ahora?

Truil dijo...

Judas, sabes que puedes llamarme pase lo que pase y diga lo que diga, tu juegas en una liga muy distinta a muchos de los que se llaman "amigos" míos, esto está dirigido a ellos.

Un abrazón

Truil dijo...

Ayyyy Judas Judas...