Fuiste un mal al que sobreviví. Gracias a ti soy más fuerte, gracias a ti supe lo que era sufrir desde antes de saber pronunciar mi nombre, sé lo que es la compasión, sé lo que es no querer ser como tú, sé lo que es la verdadera desesperación por cambiar, me educaste bien, soy lo que tú nunca fuiste.
Y sin embargo, no siento ira, ni odio, ni nada parecido. Lástima en la lejanía de una cercanía inexistente. En el fondo no puedo negar quien fuiste, esa será siempre mi herencia, ese es tu legado. Nunca necesité siquiera eso.
Triste, es muy triste y, sin embargo, es la realidad, la más cruda, en su máxima expresión.
