Hoy habría milhojas sobre la mesa, merengue en tu nariz y velas que soplar, tu sonrisa me curaría hasta los traspiés al subir la escalera, me pondría tiritas hasta donde no llego, sería una foto feliz, con soplidos pequeños ayudándote, con abrazos que destruyen soledades, que arreglan, que alegran, que matan tristezas. Menuda foto sería esa.
Felicidades señora, no te preocupes, soplaremos las velas por ti, y lanzaré el deseo irrealizable, otro año más.
Tal día como hoy te dije al oído lo que nunca más podré volver a decirte, te dí el último beso y mi ser se perdió, nunca supo encontrar el camino de vuelta, se quedó en aquella habitación, en aquel camino oscuro, acurrucado y sin calor, sólo hubo temblor y frío.
Alguien supo hacerme ver otros caminos a la calidez, puedes estar tranquila. Lo que me destroza a cachos grandes es que no puedas sentir esta calidez conmigo, este calor que empieza desde dentro, esta luz que disipa muchas tormentas.
Echarte de menos es quedarme muy corto, en una superficie de piel muy fina. Me haces tanta falta que duele muy dentro, duele sin piedad.
