Pasear, despacio, degustando las pisadas, las miradas, las cosas inmóviles, y las móviles. Parando en cada detalle, respirando sin prisa, y sin sudores. Saboreando los olores, y los colores. Sientiendo el aire en la cara, apreciando cómo acaricia el cuerpo, cada rincón.
Eso es ser un privilegiado, afortunado, consciente.
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